En la posibilidad de encadenar pensamientos para analizar los
sucesos, para tomar decisiones y posturas frente al mundo y a la vida, constituye algo propio y único del ser
humano, además de esta
facultad se encuentran otras: la posibilidad de abstraer, es decir, de manejar ideas las cuales se presentan
en símbolos, conducentes al manejo de lenguas. Aquí es necesario considerar no solo el cotidiano, trátese del
español, el inglés,
el francés, el japonés etc. Sino también, de otros muy abstractos, como el matemático y los lenguajes de la
computadora.
El lenguaje permite la comunicación no exclusivamente entre dos o más
personas contemporáneas sino, también, entre personas que vivieron muchos siglos atrás. Por ejemplo, en
nuestros días podemos
leer las obras de Aristóteles, de Descartes o de Cervantes y conocer sus pensamientos y sus experiencias así
como sus reflexiones. Podemos, entonces, aprender de sus aciertos y sus errores, igualmente, es posible dejar
a las generaciones
futuras el mismo legado.
Por nuestro poder de abstracción podemos imaginar el futuro. Así,
pasado, presente y futuro se convierten en dimensiones importantes dentro de la vida humana y la supremacía
del futuro como la
dimensión más trascendente de la vida humana en las personas normales. El pasado puede servir para aprender;
pero las metas guían el comportamiento futuro. En efecto, esa conciencia del porvenir nos lleva al punto
siguiente.
Lanzar la mirada hacia el futuro e imaginar la forma en que podemos
moldearlo implica la fijación de ciertos objetivos. De hecho, una meta puede definirse como una situación
ideal, es decir,
constituye, una idea, sin vigencia concreta todavía, considerada valiosa para ser lograda. Las metas, entonces
van a despertar comportamientos para ser alcanzados, van a motivar la conducta humana. La visión, dentro de
las organizaciones,
está constituida por esas aspiraciones de un mundo y una situación ideales. La misión, a su vez, constituye un
compromiso para alcanzar dicha visión. Y para ello la elaboración de tales constituye una serie de toma de
decisiones para
resolver por anticipado los problemas, antes de que se presenten. Karl Marx expreso una idea: âel hombre y el
topo cavan túneles, la diferencia radica en que el ser humano formula primero los planosâ. Así, el hombre toma
en sus manos el
futuro y lo moldea. Precisamente en las instituciones educativas se instauran planes y programas de estudio
para dirigir, realizar y evaluar actividades de enseñanza y aprendizaje.
Al moldear el presente y el futuro, el ser humano encuentra diversas
opciones tanto en las metas propiamente dichas como en los caminos para llegar a ellas. Al evaluar las
diversas posibilidades,
elige la más conveniente: decide. El animal, como máquina, están programados (el animal tiene un código
instintivo del cual no puede apartarse en forma notable) y se comportaran de la misma forma en repetidas
ocasiones. Por el contrario,
armando con su poder de abstracción, el ser humano visualiza las diversas opciones, analiza las posibles
consecuencias de cada una de ellas y se inclina por una. Puede, inclusive, marcar derrotes alternativos en
caso de fallar en su
decisión.
Si el ser humano es capaz de decidir, entonces se enfrenta,
automáticamente, a la presencia del libre albedrío, Aun cuando no quisiera decidir, ese simple hecho significa
que está decidiendo. J.P
Sartre, filósofo francés, escribió âel hombre está condenado a la libertadâ, es decir, la tiene aunque no la
desee. El doctor Victorio Frankl, connotado psiquiatra de origen judío que fue tomado prisionero por los
alemanes y recluido en un
campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, afirma algo paradójico: âaun ahí libre â. En efecto,
podía imaginar lo que deseara, podía recordar sus momentos más felices así como soñar despierto en cuento al
futuro, y sus
momentos más felices así como soñar despierto en cuento al futuro, y aceptar o no la propaganda nazi.
Ahora bien, si el ser humano es libre también resulta automáticamente
responsable de sus propios actos. Es muy fácil tratar de evadir esa carga; es más fácil arrojar la culpa sobre
alguien o sobre
algo: el âdestinoâ, los âastrosâ, los padres, los profesores , la situación, etcétera. Este conflicto entre
las fuerzas productivas y el modo de producción no es precisamente un conflicto planteado en las cabezas de
los hombres⦠sino que
existe en la realidad, objetivamente, fuera de nosotros, independientemente de la voluntad o de la actividad
de los mismos hombres que lo hayan provocado. Marx anoto :Mi punto de vista, que enfoca el desarrollo de la
formación económica de
la sociedad como un proceso histórico natural, puede menos que ningún otro hacer responsable al individuo de
unas relaciones de las cuales socialmente es productivo, aunque subjetivamente pueda estar muy por encima de
ellas.
La conciencia del tiempo futuro y la mirada hacia su alrededor hace
consiente al hombre de su propia finitud. Sabe que su vida terminara, aunque no cuando. Así, esta consciente
de la conclusión
ineludible de su tiempo personal. Por tanto, puede planear como utilizar su tiempo, es decir, su vida.
Fijándose metas significativas puede dar sentido e importancia a su propia existencia. En las organizaciones,
el establecimiento de la
misión proporcionada rumbo y significado a la existencia de las mismas. Ahí radica su importancia. Desde
luego, no basta formularla sino difundirla también. Más adelante se abundara en ese punto.
âEl tiempo es oroâ, lo cual revela una muy
deficiente concepción del tiempo y muy mercantilista. El tiempo es mucho más importante: el tiempo es vida. El
tiempo diario de cada
cual es un recurso totalmente inelástico desde el punto de vista económico. Por más dinero ofrecido por
nosotros no podremos alargar el día ni un segundo más. Recuérdese: el sentido del tiempo y su finitud personal
son facultades
humanas.